Homologación Si.
Pero No Así. No Aquí. No Ahora
Bernardo Báez, Blas Cabrera y Ricardo Pérez. Junio 2004.
Por fin entendimos la posición de nuestro Rector sobre la homologación.
Trece meses y tres entrevistas después ya lo sabemos: no ha
hecho nada significativamente práctico y no piensa hacerlo,
para lo cual se dispone a crear una comisión. Por partes.
En abril de 2003 nuestro Rector ganó las elecciones en apretada segunda
vuelta (las diferencias con el otro candidato en los sectores del profesorado
oscilan entre el 7% y el 11%), comprometiéndose personalmente con la
homologación ¿Qué balance puede hacerse de ese compromiso
a estas alturas?:
1) En diciembre de 2003 (8 meses después de las elecciones) nos dice
que tiene encargado un informe jurídico sobre la viabilidad de la homologación.
2) En marzo de 2004 (11 meses después de las elecciones) seguía
a la espera de ese informe.
3) En mayo de 2004 (13 meses después de las elecciones) nos dice que
ha recibido un voluminoso informe que no ha tenido tiempo de analizar con detalle,
pero del que sus primeras impresiones son negativas porque el complemento específico
es uniforme en todo el Estado. También nos manifiesta que su máxima
preocupación en estos momentos es amarrar la financiación.
Además, nuestro Rector nos dice que ha observado que en la universidad
existen diferentes concepciones de la homologación, por lo cual quiere
constituir una comisión con la máxima representación posible –incluyendo
a los sindicatos y a la Asamblea por la Homologación- a fin de unificar
criterios y que esta casa tenga una sola voz en este tema tan crucial. También
nos dice nuestro Rector que está preocupado por los 800 profesores que
no han firmado con la Asamblea.
La conclusión es muy sencilla: la lógica del poder induce al
cálculo permanente, lo que no conlleva necesariamente que el resultado
de ese ejercicio sea el adecuado. Y las preguntas se agolpan:
1ª) Si la homologación fue tan importante para nuestro Rector ¿por
qué tanta tardanza en reaccionar?
2ª) Si a su juicio la homologación es inviable, ¿para qué crear
una comisión cuyo propósito es inútil?
3ª) ¿Para qué crear una comisión cuyas partes tienen
posiciones irreconciliables y promueven acciones incompatibles?: a) los representantes
sindicales negocian en la oscuridad una bajada salarial y se remiten a Madrid
para homologar; b) nuestro Rector dice que homologar es equipararnos con las
funcionarios de la comunidad autónoma; c) la Asamblea por la Homologación
denuncia la perversa actuación de la JPDI y se remite a la ley 4/1991,
a los acuerdos del 98 –incluida la solemne declaración de la junta
de gobierno de entonces-, al propio Estatuto de Autonomía, a la generalización
de complementos autonómicos y a los artículos 55 y 69 de la LOU,
que facultan al gobierno canario para atajar ese agravio histórico,
anticipándose a la reducción salarial inevitable en el nuevo
protocolo y, sobre todo, compensando la pérdida económica efectivamente
ya producida por el protocolo actual para un porcentaje más que significativo
de la plantilla.
4ª) Se preocupa nuestro Rector por los 800 profesores que no han firmado
con la Asamblea: a)¿cómo sabe que son 800?; b) ¿por qué no
se preocupa por los 600 que no perciben los cuatro complementos en la actualidad;
c) acerca de los supuestos 800 no firmantes ¿no sabe nuestro Rector
que el único organismo competente para preocuparse de esas personas
es la Agencia Canaria de Evaluación, organismo gubernamental responsable
de pesarlas, medirlas y procesarlas de acuerdo con el estrambótico traje
perpetrado por la JPDI y la DGUI a espaldas de la Universidad?
En este sentido, nos parece muy grave que su Vice-rectora de Calidad se limitara
a abstenerse en el trámite de la Comisión de la ACECAU responsable
del nuevo protocolo cuando, a toro pasado, tuvo la oportunidad de pronunciarse
sobre el mismo (por ejemplo, por el flagrante incumplimiento del artículo
11.2, del Decreto 103/2002, para la elaboración de la propuesta de protocolo).
Más allá de considerarse una mera invitada de piedra, ¿no
era esperable un voto negativo a semejante engendro, máxime el ser la
responsable de calidad universitaria? De Guatemala a Guatepeor. Y todavía
falta el trámite del Consejo Rector de la ACECAU, cuyo resultado será 9-0,
si nuestro Rector también se abstiene (¿?) o 9-1 si vota NO.
Claro que uno podría imaginar escenarios alternativos, teniendo en cuenta
que en dicho Consejo Rector se sientan al menos cuatro profesores de esta Universidad
(nuestro Rector, un representante sindical, un vocal y el propio DGUI), además
del representante de nuestro Consejo Social. En definitiva, la horquilla de
resultados podría ir nada menos que desde 10-0 hasta 5-5, maravillosa
resultado final que obligaría al Consejero a ejercer su voto de calidad.
Para obtener una derrota tan elegante y consecuente bastaría con atribuir
la consideración de referéndum legítimo al largo millar
de firmas ya recogido por la Asamblea de la Homologación. Se trata en
todo caso de ejercer libremente el privilegio, el derecho y el deber de votar
otorgado por la pertenencia a dicho Consejo Rector.
A escasas semanas de agotar el plazo para la firma del contrato-programa ¿estamos
dispuestos a repetir los tremendos errores cometidos en el 98?, ¿otra
vez complementos de operación triunfo que no se consolidan?, ¿perpetuar
y aumentar la reducción salarial resultante de la vía de los
complementos? Amarrar la financiación es imprescindible; ahora bien ¿financiación
para qué? ¿financiación para quién?
Enredados en disquisiciones semánticas y administrativas no vemos lo
que ocurre en los pasillos de la casa: el profesorado viene sufriendo una reducción
salarial por la vía práctica del lento e inadvertido deterioro
a que da lugar la sucesiva aplicación del protocolo del 98, evaluando
supuestos méritos individuales con fecha de caducidad.
No existen obstáculos jurídicos para impedir este disparate.
Estamos ante un asunto netamente político. Prueba evidente de ello es
que, en dos semanas, el DGUI ha pasado de ningunearnos a asistir como testigo
cuasi-mudo a una “conversación” de hora y media entre el
comité de huelga y el Consejero de Educación. Una reunión
por cierto improvisada, ya que nosotros habíamos solicitado entrevistarnos
con el Presidente canario. No es arriesgado interpretar que si el Consejero
abandonó el pleno del Parlamento para verse con nosotros en la Presidencia
del Gobierno, fue por algo más que la proverbial hospitalidad canaria.
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